Usted ha vuelto, y lo ha hecho
convertido en poeta, pronunciando palabras encantadoras a través de esos labios
que en tantas ocasiones permanecieron cerrados.
Me dice que ya es libre, que
ella ya no existe para usted. Pero yo me pregunto por qué, justo ahora que yo
me hallo nadando en el mar de la felicidad, justo ahora, viene a buscarme.
Usted me intenta encandilar
mirándome a los ojos, como tantas veces hizo antes. Pero yo ya no me veo
reflejada en ellos, porque no brillan como antiguamente. Ya no hay dicha en su
interior, y no puedo evitar preguntarle qué ocurrió, cuál fue el motivo por el
cual aquella farsa, aquella mentira en la que vivían ella y usted, finalmente
se acabó. Pero no me quiere contestar. A cambio me regala versos robados de
otros corazones que sí amaron sin condición.
Le digo que yo soy feliz
viviendo en mi soledad y le repito que ya no siento nada por usted, que mis
días de espera y mis noches prestadas, ya no me hacen sufrir.
Usted insiste en que soy la
mujer de su vida, y al hacerlo, sus palabras retumban, como si su interior
estuviera vacío.
Yo, en cambio, siento que usted
jamás podría haber sido el hombre de mi vida, ese compañero que tantas veces
anhelé cuando no estaba conmigo, porque era ella quien le tenía.
No, no quiero volver con usted.
De hecho, no quiero volver a estar con nadie que no sea conmigo misma. Y es que
he pasado por mucha vida en poco tiempo y sé que ahora soy feliz.
Pero usted vuelve a tratar de
engatusar mis oídos con palabras de amor. Y yo le digo que no debió dejarla a
ella, sabiendo que yo ya no le amaba.
Fue entonces cuando se escapó su
verdad. Cuando confesó, sin desear hacerlo, que no fue usted quien la dejó a
ella, sino que fue ella quien decidió comenzar una nueva vida.
Pero no se disculpe, no intente
borrar sus palabras. Yo sabía que usted era demasiado cobarde como para dar ese
paso. Así que, haya sido ella o haya sido usted, me importa bien poco. Y ahora
márchese, que no quiero perder más mi tiempo, porque con quien quiero pasar el
resto de mi vida, es con mi propio ser.
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