domingo, 17 de abril de 2016

ESENCIA PERDIDA


Empecé a llorar porque creí haber perdido mi esencia. Y, por más que la buscara, no la encontraba.
Me convertí en poco más que en una sombra de lo que fui.
Pero ahora no podía hacer nada, porque había perdido mi esencia y no la encontraba.

Un día, mientras me hallaba frente al espejo, una vocecita me susurró:
-Mírate. Ahí estás.
Yo me miré, pero sólo vi a una mujer que había perdido la ilusión. Aquella no era yo.
-Mírate-volvió a insistir la vocecita.
Entonces me observé con más detenimiento.
Ahí estaban mis ojos, sí. Pero ya no brillaban.  También estaba mi boca, pero no sonreía.  Mis mejillas ya no tenían color...
No deseaba ser ese reflejo del espejo. No me gustaba la persona en la que me había convertido.

De repente lo vi claro. No es que hubiera perdido mi esencia, es que, simplemente, se había transformado.
Comprendí entonces que de mí dependía volver a ser la misma persona de antes. En mí estaba el volver a ser feliz.
De nuevo empecé a llorar, esta vez de alegría. Porque el reflejo del espejo, poco a poco comenzó a brillar.

Mari Carmen Sánchez Vilella