lunes, 3 de febrero de 2014

MI GRAN SEÑORA



 

Por allí viene, mi distinguida dama. Con su caminar firme y elegante, va perfumando con clase todo a su paso.
Mi gran señora…
Cualquiera diría que viene de buena cuna.
Pocos, muy pocos saben su verdadera identidad. La mayor
ía de las personas que la conocen, piensan que Juliette Lefebvre es su verdadero nombre y Orleans la ciudad que la vio nacer. Pero no es así, no. No conocen a mi Juana de Arco...
Tuvo que exiliarse a Francia por motivos que jamás desveló a nadie y que yo desearía conocer algún día. Y cuando regresó, lo hizo enfundada en ese traje burgués, con apariencia noble, como si de una princesa se tratara. Y lo es, por supuesto que lo es, solo que todavía permanece dormida. Pero eso poco importó, porque al volver se sintió extranjera en su propia tierra.

Mírenla, qué talante. Muchos piensan que ella fue siempre así. Pero solo su corazón sabe cuántas veces se rompió y cuántas otras tuvo que recomponerse. Es por eso que esa gran dama, la dama por la que yo suspiro, esa señora que acelera mis latidos; se ha ganado mi alma a base de silencios, a base de lágrimas y de luchas cruentas.
Ah, mi gran señora… venga aquí, por favor. Y acompáñeme a tomar una copa de sueños, que me siento un privilegiado al compartir este pedacito de su tiempo. Porque, créame, mi princesa dormida, sabe Dios cuánto deseo pasar a su lado el resto de mi vida.

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