martes, 10 de diciembre de 2013

CUANDO LLEGA LA NOCHE


 

Llega la noche y con ella, el sabor amargo de tu ausencia.
Y las caricias que antes tatuabas en mi piel, ahora no son más que ásperos recuerdos sobre mi cuerpo, olvidado por tu memoria.
Sé que jamás podré arrancar de
mí el sabor de tus besos. Aquel deseo que me embriagaba, al sentir tus labios regalándome instantes de vida.
Y el sonido de tu respiración, cuando simplemente estabas acostado junto a mí. No me cansaba de mirar cómo dormías. Cómo tu cuerpo, vencido por el sueño, se quedaba a merced de mi cálida mirada.

Ahora ya no hay caricias, ni besos y solo hay silencio en mi habitación.
Faltas tú. Nadie podrá llenar el vacío que dejaste en mi cama. Y las paredes, que tantas veces han sido testigos de pasiones desatadas, ahora simplemente callan, mientras mis lágrimas rompen la soledad.

Otros vendrán, lo sé. Y ocuparán el espacio que dejaste. Pero será imposible que rellenen este hueco que siento en mi corazón. Porque todos, todos mis suspiros, llevan tu nombre.
Ahora sé que con tu marcha, no solo te fuiste tú. También huyó una parte de mí.
Así que, si eres tan amable, podrías devolvérmela. Y ya de paso que vuelves, podrías quedarte para siempre.
Porque cuando llega la noche, también llega el sabor amargo de tu ausencia.

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