jueves, 31 de octubre de 2013

GOLPES EN LA PUERTA

 
Despertó y no recordaba dónde se hallaba.
A su lado vio la fotografía que tan desgastada estaba, impregnada cos sus lágrimas de tristeza y agonía. La volvió a mirar y nuevamente comenzó a llorar.
Todos los días, desde hacía mucho tiempo, su vida transcurría en el ayer. Un ayer que no terminaba de formar parte del pasado. Un ayer en el que se consumía día tras día y noche tras noche.

Mientras se lamentaba una y otra vez, sumido en el infierno en el que se había convertido su vida, escuchó unos golpes en la puerta.
Se levantó y arrastrando los pies, consiguió llegar y abrir.
Cuando la vio se le heló la sangre, la respiración se le agitó y el corazón se le detuvo.
Allí estaba. Iba ataviada con una túnica negra, cuya capucha ocultaba su cara. Con su mano le hizo un gesto, invitándole a que le siguiera.
Presa del pánico, no pudo hacer más que arrodillarse y suplicar un poco más de tiempo.
-¿Más tiempo?- preguntó la muerte, sorprendida- hace mucho que me llamas en silencio.

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